Drakkar...

Oh..., cuan espantoso para un pueblo es ver a lo lejos el velamen de un drakkar, pues sólo puede significar una cosa... peligro, muerte, destrucción...

Largos, estrechos y ligeros, muy ligeros, con el calado corto y suficiente para remontar cualquier rio, para nadar en las profundidades más pequeñas, su manioabrabilidad era increible pues poseían remos a lo largo de toda la longitud del barco. veinte pares de remos, cincuenta pares de remos, hasta cien pares de remos... podían conquistar un poblado costero en muy poco tiempo. Y la gente temblaba, temblaba ante la magestuidad del drakkar.

Joya y objeto de veneración de hasta el último bárbaro, los amaban y cuidaban como su más preciado tesoro, e incluso los reyes vikingos más poderosos eran incinerados junto a ellos... sus barcos del dragón... barcos que furon testigos de sus conquistas pasadas.

La gloria y el poderí militar vikingo fue en gran medida gracias a los drakkar, pues toda batalla que implicaba un desembarco, los drakkar llevaban las de ganar, y 200 guerreros en su interior para entrar en furia bersérker, tan pronto el barco hubiera tocado la tierra.

Los dragones tallados en sus proas han sido el único testimonio de la exploración vikinga entre los siglos sexto y noveno. Testimonio de conquistas, de batallas, de matanzas, de plegarias a Odín antes de la batalla, e incluso alguno de los dragones habrá dejado escapar una brave sonrisa, al ver que su rostro hecho de madera de fresno divisaba por primera vez, y antes que nadie, América...