martes, 23 de diciembre de 2008

Maximus Decimus Meridius...

No me he podido resistir a rendirte un homenaje compañero hispano... Tu carisma y tu aura me atrajeron de tal manera que me imaginé en una vida anterior luchando bajo tu mando contra las hordas germánicas y siguiendo tus sabios consejos en combate, pues eras el más grande de los estrategas.
Sólo ansiabas paz y tranquilidad junto a los tuyos... Maldigo el día en que el corrupto poder de los más necios aprendices de emperador se cruzaron con tu entereza y lealtad, pues contra los más grandes no se puede luchar, y si son medio dioses el destino está escrito...
Te arrebataron todo, tu casa, tu mujer e hijo, tus tierras... pero jamás te arrebataran lo que fuiste. El más grande de los generales romanos. El que jamás descansó hasta vengar lo que más amaba. Aunque para ello tuvieses que pasar por la arena del Coliseo, pues al fin y al cabo hiciste lo que mejor sabías, lo que habías hecho durante toda tu vida de conquistas... combatir y luchar día tras día, enemigo tras enemigo sin importar los obstáculos y con la victoria como objetivo.
Jamás olvidaré tu mirada, tus palabras de rencor hacia el pseudo-emperador Cómodo, tu promesa de venganza, tu liberación...
Se quedará grabado para siempre en mi mente el respeto y la admiración que tus soldados te tenían cuando finalmente te liberaste, en un combate que ya forma parte de la leyenda, cuando tu cuerpo herido traicioneramente no puedo aguantar más y por fin puediste regresar con los tuyos, donde siempre debiste estar...

Por fin amigo mío...volviste a acariciar el trigo....


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