sábado, 23 de noviembre de 2013

Hasta aquí te veo, Águila Roja...




Recuerdo cuando vi por primera vez hará ya casi unos cinco años, el primer teaser que ofrecía La Primera sobre un héroe enmascarado esgrimiendo una katana en un contexto del medievo -siglo XVII-.
Al ver el tráiler, mis sentimientos fueron alentadores, ya que ver como la televisión pública española se atrevía con una ficción de este contexto me parecía innovador y ofrecía algo distinto a lo que ya el espectador veía habitualmente. El exceso de comedias románticas, melodramas adolescentes, y series de institutos me habían hecho reacio a confiar en otra serie española, pero tras el estreno del primer capítulo de Águila Roja vi mimbres de serie que marcaría un antes y un después. Y no me equivoqué, su audiencia y éxito ha sido tal, que no tardaron otras cadenas en subirse al carro de las producciones de corte "ficción-histórica" intentando repetir la fórmula de la serie emitida en la Primera.
La fórmula era sencilla, un héroe de origen humilde, con un pasado guerrero y reconvertido a maestro de escuela, gracias a su elevado nivel cultural y a la experiencia de sus viajes. Todo perfecto hasta que a su mujer le arrebatan la vida el Comisario de la Villa en la que vive el protagonista -Encuadrada en el Madrid de los Austrias- y que desde ese momento buscará venganza y sangre hasta dar con los autores de la muerte de su mujer.
La serie finaliza en su primera temporada con una escena épica consistente en un combate entre el Comisario de la Villa y el Águila Roja enterándose este último antes de intentar darle muerte de que el comisario no es otro que su hermano mayor, huérfano como el desde pequeño e hijos bastardos ambos del rey de las Españas.
Y ahí debió acabar la serie, en una temporada, con toda su gloria y magnificencia en lo más alto y con unos niveles de epicismo que hubieran sido recordados. Pero como todo en esta vida el éxito llama al dinero, y el dinero llama a más dinero, y la serie ha ido alargándose hasta que la historia ya no tiene ningún sentido. Afortunadamente sigue apoyándose en personajes entrañables como Satur, criado del Águila Roja y fiel escudero, que sostiene la serie con sus toques de humor de época y con esa relación antagónica que tiene con el héroe.
Tras haber luchado con pseudo vampiros, franceses, ingleses, asesinos en serie, "monstruos del folklore medieval", nobles de alta cuna y sectas varias ya no tiene ningún sentido continuar... La esencia de la serie murió hace mucho tiempo. Se ha hecho una película que más que aportar confunde y no da coherencia a la historia quedándose en un mero crossover de la serie forzado y sin sentido.
Por eso, tras acabar ayer el último capítulo de la quinta temporada teniendo como final la muerte de la madre de Gonzalo  -Águila Roja- y el Comisario a manos de este último, sin saber que era su madre, me di cuenta que el único motivo que le quedaba al héroe para seguir se esfumaba.
Por supuesto habrán más temporadas, seguirá con su historia de amor-desamor con Margarita -cuñada de Gonzalo- y se inventarán mil enemigos y malhechores a los que ajusticiar, pero la esencia del primer héroe medieval español llevada a la gran pantalla murió para mi desde su primera temporada, ahí se debió quedar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario